Por Juan Tomás Valenzuela
En el Santiago de Abel
se ha prohibido por decreto
que deambule ningún prieto,
tenga o no tenga papel.
Con esta medida cruel,
el patán de Abel Martínez,
ha llenado Los Pepines
y otros barrios de Santiago,
de una caterva de vagos
que privan en sayayines.
El plan del protervo edil
es convertir la ciudad
en una nueva Bagdad
pa’su entorno gansteríl.
En la que ningún civil
pudiera andar libremente,
sin el peligro inminente
de que un miembro del Partido,
aproveche algún descuido
y lo asalte impunemente.
A la ciudad corazón,
ahora dividida en dos,
la gobierna un semi Dios
de lo más sinvergüenzón.
El alcaldito bribón
no permite en su destino,
a ningún negro mangrino
que le quite la elegancia,
que le ha dado la alcaldancia
a este Dubai campesino.
El turista norteamericano
que atropellaron por prieto,
no conocía del decreto
qué hay en contra del haitiano.
Un guardia, pistola en mano,
creyendo que era un pití,
lo levantó por el fuí,
por mandato del edil,
sin que diga Perejil
como el negro Macabí.
Retornando a estas medidas
de siglos ya superados,
Abel, nos lleva al pasado
de una cultura abolida.
El desprecio de la vida
por el color de la piel,
es un exceso de Abel
que no ha de ser permitido,
ni al grupito de engreídos
que conforman su burdel.
Juan de los Palotes
2 enero 2019